En cada proceso electoral, hay un actor fundamental que define el rumbo de las decisiones políticas: los electores. Sin ellos, las elecciones perderían su razón de ser, ya que son quienes, mediante su voto, determinan quién ocupará los cargos de poder. Sin embargo, dentro del universo de los electores existen dos perfiles distintos que marcan una gran diferencia en los resultados: los votantes y los simpatizantes.
Luego del proceso electoral es muy importante entender cómo lograr que un votante se convierta en simpatizante de tu causa, es una de las estrategias más importantes dentro del marketing político moderno.
¿Diferencias entre un votante y un simpatizante?
A pesar de estar en el mismo evento de la votación existe una amplia diferencia entre estos, pero pasemos a definirlos.
El Votante: Es aquel ciudadano que participa en el proceso electoral, pero su decisión se centra en un solo momento: el día de las elecciones. Su voto puede responder a distintos factores, como la conveniencia, la emoción, la costumbre o incluso el rechazo hacia otro candidato. No necesariamente siente lealtad hacia un partido o ideología; su voto puede cambiar de elección en elección dependiendo del contexto o de la oferta política del momento.
El Simpatizante: Este mantiene una relación más duradera con un partido o con un líder político. No solo vota, sino que también defiende, promueve y acompaña el proyecto político con el que se identifica. Su vínculo no es momentáneo, sino sostenido. Tiene afinidad ideológica, cree en el discurso del partido y se siente parte de una causa común.
¿Existe alguna diferencia?
El simpatizante se encuentra relacionado con el partido en un tiempo largo mientras que el votante solamente lo hace en un momento efímero, es decir que toma partido en el momento del voto, otra diferencia es que el simpatizante solamente se ubica en una sola categoría, es decir, el que tiene una afiliación a una ideología o partido, mientras que el votante tiene diferentes motivos para escoger a su partido en el instante de la votación. La única similitud que tienen ambos es que siempre ejercen el voto en el momento de las elecciones.
¿Podemos persuadir a los votantes en ser simpatizantes?
Una vez que se derrumba el mito de “ganar las lecciones” se cae, es cuando se dan cuenta que no necesariamente el porcentaje que hizo que resultes ganador de un voto realmente te apoyaba de manera incondicional, es ahí que hay que comenzar a legitimar nuestro discurso con acciones para poder hacer llegar hacia ese público votante dos caminos comunicaciones: la confianza y la credibilidad, a los cuales se llegan por las certezas y coherencias, estas que son parte del proceso de alcanzar un puesto luego de unas elecciones, ya que las certezas son las promesas que se hicieron en campañas.
¿existen algunas pautas a seguir para lograr este objetivo?
Una vez terminadas las elecciones, muchos candidatos ganadores descubren una realidad incómoda: el porcentaje que los llevó al triunfo no siempre representa apoyo genuino. Buena parte de esos votos pueden provenir de electores que votaron “por descarte”, “por costumbre” o “por conveniencia”, sin sentir un verdadero compromiso con el proyecto.
Aquí entra en juego una tarea clave del marketing político post-electoral: transformar ese apoyo circunstancial en respaldo sostenido. Convertir a los votantes en simpatizantes requiere una estrategia comunicacional y de gestión que inspire confianza y credibilidad.
Estas dos cualidades —la confianza y la credibilidad— se construyen a través de dos pilares: certezas y coherencias.
- Las certezas son las promesas hechas durante la campaña que deben cumplirse una vez en el gobierno.
- Las coherencias son la congruencia entre el discurso político y las acciones de gestión.
Cuando un líder cumple lo que dice y mantiene la coherencia entre su mensaje y sus actos, comienza a fortalecer el lazo emocional con el votante. Esa consistencia es la base sobre la cual se edifica la simpatía política.
El verdadero desafío está en mantener y ampliar la base de apoyo. Los votantes pueden dar la victoria con el voto, pero los simpatizantes construyen la permanencia, la legitimidad y el legado, creyendo firmemente en él, incluso cuando estemos en el gobierno.
Transformar a los votantes en simpatizantes requiere coherencia, comunicación constante y cumplimiento de promesas. Cuando un liderazgo político logra alinear su discurso con sus acciones y mantener un relato honesto, el resultado es un movimiento sólido, capaz de trascender más allá de un periodo electoral.
De esta manera no solamente podemos tener una gran cantidad de seguidores, sino que también podemos tener un número real de militantes que realmente represente el porcentaje de personas que no solamente vote por nosotros, sino que también crean firmemente en nuestro proyecto político. Más información escríbenos al [https://walink.co/76b486] y nosotros te ayudamos.